MULTIPERSPECTIVISMO Y JUEGO DE CONTRARIOS
EN TAMBIÉN LA LLUVIA
DE ICÍAR BOLLAÍN
El
quinto largometraje de Icíar Bollaín, También
la lluvia, será nuestro objeto de reflexión en las presentes páginas. Escrita
por Paul Laverty y rodada en 2010 en Bolivia, es una película que a su vez narra
el rodaje de otra película en torno a la conquista de América. El rodaje de la
película de ficción, que se realiza en Cochabamba en 2000, se ve inmerso en un
conflicto político e histórico real: la Guerra del Agua.
Debido
al carácter metafílmico de esta producción, hemos considerado que la mejor
forma de acercarnos a esta “matrioska fílmica” es hacerlo de lo general a lo
particular, observando y señalando, las múltiples perspectivas y los juegos de contrarios
que se dan ella.
Antes de seguir leyendo, te recomendamos ver la película, si no lo has hecho ya. Ver película
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Sinopsis
Sebastián
es un joven e idealista director de cine que, después de seis años, consigue
llevar a cabo su sueño: hacer una película histórica sobre la Conquista, que dé
la vuelta al mito de Cristóbal Colón. Sebastián desea mostrar la otra cara del Almirante,
quien más allá de su misión divina está obsesionado por el oro. Un fin que justificaría la persecución de esclavos indígenas y
la violencia con la que son tratados ante su resistencia. Asimismo, el joven director desea contar lo que pasó,
por ello da voz a Antonio Montesinos y a Fray Bartolomé de las Casas, los
primeros religiosos que se alzaron en defensa de los indios.
Por
otro lado está Costa, el productor, a quien solo le interesa ajustarse al
presupuesto y ahorrar costes de producción, por eso elige Bolivia para su
rodaje: por ser uno de los países más pobres de Sudamérica, donde encontrar
indígenas como extras es fácil y barato. Pero, mientras ruedan la película
sobre Colón, estalla el conflicto de la Guerra del Agua…
Cine dentro del cine. Esa es la premisa seguida por
Icíar Bollaín y Paul Laverty, quienes nos trasladan a la geografía boliviana
con el pretexto del rodaje de una película, para presentarnos una misma
historia —la denuncia del colonialismo—, a través de dos vertientes distintas: la
conquista del nuevo mundo por parte de los españoles y el imperialismo de las
multinacionales de hoy en día.
La cineasta madrileña nos presenta dos hechos
históricos, separados por quinientos años de diferencia. Dos empresas redondas
para empresarios extranjeros, que utilizan la fuerza para oprimir a un pueblo y
desposeerlo de sus propios recursos. Cristóbal Colón en la conquista sustrajo a
los indígenas el oro y ahora los norteamericanos quieren quitarles el agua. Dos
formas abusivas y oportunistas de autoridad, cuya respuesta es la misma: la resistencia.
El
cine como documento histórico
Aunque
el contexto en el que se enmarca la película fue un hecho real ―de ahí que
pueda considerarse cine documental—, el guión es pura ficción. Sin embargo, el
guión para la realización de la película de la Conquista, no cabe duda de que
fue elaborado a partir de las crónicas de Indias, sobre todo de los textos de
Fray Bartolomé de las Casas, uno de los mayores cronistas de la conquista de
América, gracias al cual todavía hoy conservamos los diarios de Colón. Ahora
bien, aunque se traten de crónicas, tampoco tenemos certeza del porcentaje de
realidad de las mismas. A pesar de todo, hoy en día, estos documentos
históricos son estudiados tanto desde una perspectiva histórica como literaria.
Y es que, aunque mucho se ha criticado el grado de invención de los mismos, lo
cierto es que dan cuenta de una etapa histórica, quizá de las más importantes
para la humanidad.
Por
un lado, debemos señalar que los límites entre la historia y la literatura son
prácticamente invisibles. Sobre este asunto ya se han corrido ríos de tinta y
se han gastado kilos de papel, quizá en vano porque, a día de hoy, no hay una sola
teoría que sustente la diferencia entre la narrativa histórica y la narrativa
literaria. Ambas se documentan para escribir y ambas son subjetivas en sus
enfoques. Sin embargo, ni un historiador ni un director de cine pueden reflejar
el pasado tal y como ocurrió exactamente. Esto nos obliga a redefinir el
carácter documental o empírico de la historia y aceptar que una película de
cine histórico es una perspectiva más entre muchas, una manera entre otras
posibles de acercarnos al significado del pasado.
Y por otro lado, entendemos que dentro de las
relaciones entre cine y literatura/historia, la adaptación es la gran cuestión,
tanto desde el interés del debate cultural como desde el análisis de las formas
artísticas. Sin embargo, para nosotros, no será tan interesante observar el
rigor de la reconstrucción del pasado o su adaptación a la gran pantalla sino “cómo
ven ese pasado cineastas de hoy, influidos por lo que se piensa del ayer en
ciertos estratos de la sociedad del momento.” Como afirma Pierre Sorlin, “las
películas nos hablan más de cómo es la sociedad que las ha realizado que del
hecho histórico que intentan evocar”. (Cfr. 1997:16)
Jose
María Caparrós señala que:
Una
película histórica sirve para aproximarse al acontecimiento, a los personajes,
a los problemas que constituyen su argumento. (…) Pero además, una película es
siempre una fuente de información sobre el momento en que fue realizada. (Cfr.
1997: 11)
El cine es en sí mismo un documento histórico que da
testimonio de la sociedad de su tiempo. De este modo, una película histórica es
a su vez una pieza de la historia. También
la lluvia, al tratarse de cine dentro del cine, tiene la capacidad de
plasmar de manera explícita estos dos
aspectos históricos del cine de los que habla Caparrós: la película histórica
sobre Colón y la historia de las circunstancias en que fue rodada —la Guerra
del Agua.
Contexto
histórico de También la lluvia: la
Guerra del Agua
La Guerra del Agua ocurrió en Cochabamba (Bolivia)
entre enero y abril de 2000. Fue una revuelta popular contra la Ley 2029, un “as
en la manga” del gobierno boliviano, que legalizaba la concesión del Servicio
Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (SEMAPA) a un consorcio empresarial
(Aguas de Tunari) en la que participaba una multinacional norteamericana
(Bechtel). La privatización suponía una subida del precio del agua, incluida la
de lluvia; lo que llevó a la reacción desesperada de una población, la mayoría
indígena y ya de por sí paupérrima.
La concesión de abastecimiento de agua iba a ser un
negocio redondo para los empresarios norteamericanos, quienes nos invertirían más que lo que ya habían aportado los usuarios
de la red de aguas. La población había creado con sus propias manos muchos de
los pozos y canales, de los cuales la multinacional se iba a beneficiar. Estos “piratas
extranjeros” quisieron tomar ventaja de una forma abusiva y oportunista. Sin
embargo, el levantamiento concluyó con la victoria ciudadana y la consiguiente
marcha atrás del gobierno de Bolivia en su intención de privatizar el servicio.
Para Bolivia, la Guerra del Agua significó un cambio
en la historia porque se demostró que el verdadero poder lo tiene el pueblo: en
su capacidad de indignación, de organización, de movilización y de resistencia.
En la práctica fue la conquista de la ciudadanía frente a un cierto racismo y
altanería que profesan muchos políticos.
Reparto
Para
facilitar la comprensión de los datos que vamos a dar a continuación, hemos
dividido el reparto de personajes en 2 subgrupos y hemos realizado el siguiente
esquema aclarativo e interpretativo:
- Personajes con un único papel:
Gael García-Bernal interpreta a Sebastián (el director) evoluciona como Colón.
- Personajes con un doble papel:
2. Juego de contrarios:
- Karra Elejalde es Antón, un personaje cínico pero humano y cercano; es el actor que interpreta a un Colón ambiguo e interesado, represor y maltratador de indios.
- Carlos Santos es Alberto, un personajes cobarde, asustadizo y esquivo; es el actor que interpreta a un Bartolomé de las Casas valiente, luchador y defensor de los indios.
- Raúl Arévalo es Juan, un personaje que pasa desapercibido y que no tiene opinión propia; es el actor que interpreta a un contestatario Antonio Montesinos, iniciador de la defensa de los indios.
Observemos el reflejo de estas
personalidades históricas en los personajes señalados. A continuación le
explicamos nuestra interpretación.
Colón,
Montesinos y Bartolomé de las Casas
Colón
comenzó a flotar sus planes de viaje a las Indias Orientales en 1486. Seis años
más tarde, los Reyes Católicos le concedieron el financiamiento para llevar su
empresa a cabo. Digamos, de momento, que Isabel y Fernando fueron los productores de Colón a cambio de “algo”,
claro. Y que Sebastián tardó más o menos los mismos años que el Almirante (6 o
7), en conseguir que su empresa se llevara a cabo.
La
toma de contacto con las gentes de las islas del Caribe muestra una sociedad
idílica, cargada de mitología y de historiografía, de suposiciones y de
justificaciones. Con las primeras crónicas de Indias surge el mito del “buen
salvaje”. Se relata una sociedad utópica en la que viven de forma natural, sin
religión y sin leyes, sin soberanos ni trabajo ni tributos. Este contraste
entre lo existente en Europa y lo posible en el Nuevo Mundo es de lo que se va
a nutrir el pensamiento revolucionario y la idea de independencia. De aquí
surge el tópico literario entre “civilización y barbarie”.
Tengamos en cuenta que Colón no iba en busca del
Nuevo Mundo sino de una nueva ruta comercial para ir a la India. Él no sabía
realmente dónde estaba cuando llegó al Caribe. En las primeras cartas, él
describe a su modo lo que ve y lo que supone que ve. Deja allí 33 hombres, se
lleva unos cuantos papagayos y pequeñas muestras de oro, con la intención de volver a por más.
De
la conquista de América, se reproducen dos leyendas sobre los fines del
Almirante: la leyenda blanca (un fin mesiánico, evangelizador) y la leyenda
negra (un fin económico, el oro). ¿Justificaba alguno de estos dos fines la
violencia y la esclavitud indígena? Para Antonio Montesinos y Bartolomé de las
Casas, defensores de los derechos de los indios, la colonización es justa
siempre que sea pacífica y aparezca subordinada a la labor misional. Gran parte
de la leyenda negra suscrita a los españoles se debe a los escritos de Las
Casas.
La primera toma que aparece sobre la película
ficticia de la Conquista, se trata de un mero ensayo en los jardines del hotel,
donde se alojan los actores de la película. Esta primera toma refleja el primer
viaje de Colón a América y ya se aprecia la visión que Sebastián quiere ofrecer
sobre el personaje. Un Colón católico que bendice la toma posesión de las tierras
a las que acaba de llegar, pero también un Colón con un fin muy claro: encontrar oro. Da dos informaciones
en las que se aprecia al Colón interesado: que traten bien a esas gentes porque
necesitan su comida y que habrá una recompensa para el primero que encuentre oro.
Karra
Elejalde interpreta a Antón, un alcoholizado actor, que es cínico cuando tiene
que decir las cosas claras, pero que a la vez es un personaje cercano y
profundamente humano.
Antón
interpreta el papel de Colón y piensa que el punto de vista que Sebastián
ofrece en su película no es objetivo. Cuestiona el enfoque que se quiere dar
tanto de su personaje como del padre Las Casas. No discute el fin económico de
Colón pero, le gustaría que Sebastián le dejase libertad para expresar también
las inseguridades y las zozobras del navegante. Lo que quiere decir Antón, en
definitiva, es que todos tenemos luces y sombras; no se puede o no se debe,
bajo su punto de vista, dar la vuelta al mito, con la misma radicalidad; pasar
de la leyenda blanca a la negra, sin observar los detalles intermedios. En este
sentido, y en otros que veremos más adelante, Antón (Colón) es la antítesis de
Beto, el actor que interpreta a Bartolomé de las Casas, quien defiende a
ultranza las acciones del personaje que representa.
Durante
el segundo viaje de Colón al continente en 1493, este no tuvo reparo en
recomendar a los Reyes que se privara de libertad a los indígenas:
"creemos que serán mejores que otros ningunos esclavos". Los Reyes no
le contestaron, pero al Almirante le pareció buena idea y sus capataces la
pusieron en práctica. A partir de este segundo viaje, la perspectiva que
refleja Colón sobre los indios es la del salvaje, pero en un sentido ya
peyorativo: el bárbaro, el caníbal, el antropófago, el que sodomiza, el
idólatra.
Pero
¿quién es bárbaro? Cuando un país, una sociedad o una cultura, se identifica
con la civilización, calificando de bárbaros a sus adversarios, casi siempre es
para justificar iniciativas imperialistas. Con lo cual, es a partir de este
segundo viaje, cuando empieza realmente la conquista de América. El trato del
indio es diferente, ya no es una sociedad idílica sino bárbara e idólatra a la
que hay que evangelizar. Recordemos
que el pecado de la idolatría es considerada como una invención del diablo para
engañar. Los conquistadores y los misioneros estaban convencidos de que debían
erradicar toda imagen a la que los indios idolatraban y construir iglesias cristianas.
En
la película de ficción se refleja claramente este cambio. Hay una toma que
corresponde al segundo viaje de Colón, en la que se observa claramente como la
buena predisposición del primer viaje del Almirante ha cambiado. Se obliga a
los indios a aceptar a los Reyes Católicos como sus soberanos y a pagarles un
tributo: tendrán que entregar un cascabel lleno de oro y si no...
Otro
de los personajes históricos que aparecen en También la lluvia es Bartolomé de las Casas. Una personalidad que
si bien es conocido por dedicar hasta su último aliento a la defensa de los
indios, esto no siempre fue así. Bartolomé evolucionó. De joven era un señorito
sevillano de buena familia. Su padre, que había acompañado a Colón en su
segundo viaje, le mandó un esclavo indio para que le sirviese de paje mientras
estudia en la famosa Universidad de Salamanca. En 1502 ya había cruzado el
Atlántico en busca de fortuna rápida y en las Antillas tiene minas y va
prosperando. Siendo encomendero, Bartolomé asiste al Sermón de Antonio
Montesinos y las palabras del dominico calan hondamente en su conciencia.
Carlos
Santos representa también un doble papel en También
la lluvia. Beto es el actor que interpreta a Bartolomé de las Casas. Un
actor de libro que lucha por meterse en su personaje, sin embargo, sus papeles
son un juego de contrarios.
Una
secuencia, que no es parte de la película de la Conquista sino que parece
responder a la parte documental, llamada making
off, aparecen los personajes de Beto (Fray Bartolomé de la Casas) y Juan (Antonio
Montesinos), hablando sobre los personajes que ambos interpretan. Beto señala
que las Casas fue encomendero y tuvo esclavos negros a su cargo. Pero fijémonos
que lo cuenta a modo documental, de manera que parece ser que en la película
ficcional que se está rodando sobre la Conquista este apunte parece obviarse. De
manera que, la película que Sebastián quiere rodar sobre Colón, no es tan
objetiva como se pretende. Esta subjetividad se confirmará en la importante
secuencia de la sobremesa de la cena del sábado noche, cuando Antón
(Colón) increpa a Beto (Bartolomé de las
Casas), y constata que la película que están rodando es “Pura propaganda”.
Según Antón (Colón), la película no muestra los detalles más oscuros sobre
Bartolomé de las Casas, como por ejemplo: que pretendió sustituir a los indios
por esclavos negros africanos, que hizo tratos con negreros y que nunca
cuestionó la autoridad de España ni la autoridad Real sobre el Nuevo Mundo.
Esta toma es de suma importancia para nuestro trabajo, no solo por los datos
que saca a la luz sobre el padre del derecho internacional, sino porque también
nos sirve para reflexionar sobre cómo se representa la verdad histórica en una
película.
Cuando
un hecho histórico es llevado al cine, el guión nace de documentos
historiográficos y, como apunta Robert Rosenstone [1997:36],
las narraciones históricas son «ficciones narrativas» en el sentido de que
están condicionadas por el punto de vista de quien la escribe. Como hemos
comentado ya anteriormente, las tomas de la película sobre la Conquista han
salido de los textos de Fray Bartolomé de las Casas, con lo cual, la historia
que muestra la película de ficción está siendo fiel al texto del dominico. Sin
embargo, También la lluvia, al
servirse de las escenas ajenas a la película de ficción como son el making
off, las escenas de ensayos y las escenas de propia película, se nos
muestra como un film muy objetivo que desea presentar los diferentes puntos de
vista sobre la conquista de América.
Bartolomé
de las Casas y Antonio Montesinos son una fabulosa mezcla de abogados defensores
y valientes activistas, siempre al servicio de una causa noble: la defensa de
los indios. Y aunque Beto y Juan interpreten a estos personajes, observaremos
que al estallar el conflicto de la Guerra del Agua, ambos personajes se
muestran antagonistas no solo a los
personajes que interpretan (cosa que entendemos y que es bastante razonable),
sino también a las personas que creíamos conocer. Beto se muestra como la antítesis de sí mismo. El Beto defensor y
valiente que se mete en el personaje de las Casas y que se interesa por la
cultura indígena, ante la fatalidad del conflicto, reconoce su propio miedo y su
cobardía. Está aterrado y desea irse cuanto antes del país. Es incapaz de mirar
la realidad que le rodea y mucho menos de tomar partido en ella. Por su parte, Juan (Montesinos) no se expresa ni da
su opinión al respecto, pero parece estar tan aterrado o más que Beto. Juan nos
resulta totalmente contrario al carácter contestatario y original de
Montesinos. Sin embargo, el cínico de Antón es el único de los actores que
prefiere quedarse para acabar su trabajo, antes que salir huyendo con el rabo
entre las piernas. Antón se quedará con Sebastián hasta el final.
El joven actor Raúl Arévalo dará vida a Juan, el
actor que representa a Antonio Montesinos en la película sobre la Conquista.
Fray Antonio Montesinos fue el primer dominico que lanzó su grito de guerra en
defensa de los indios, debido al maltrato que estaban sufriendo por parte de
los encomenderos en la isla La Española. Su famoso sermón de denuncia en 1511,
en Santo Domingo, ante las autoridades pertinentes de la isla, entre ellos
Diego de Colón, lo tenemos recogido gracias a que Bartolomé de las Casas fue
testigo ―como encomendero— y más tarde lo recogió en Historia de las Indias.
Este sermón aparece en También la lluvia, como parte de un ensayo de la película de
ficción. Ciertamente, el texto del guión que interpreta Juan, no es
literalmente la transcripción de Bartolomé de las Casas, pero sí recoge
fielmente las principales ideas. Una de las sentencias más importantes de este
sermón para el trabajo que aquí nos ocupa es cuando se refiere al estado
adormilado y ciego de los encomenderos, quienes no ven la realidad que les
rodea:
…¡Cómo podéis estar tan dormidos!
¡Cómo podéis estar tan hundidos en ese sueño letárgico! Mirad a los indios a
los ojos. ¿Acaso no son hombres?...
Montesinos
sabe que es una voz clamando en el desierto: “La verdad tiene muchos en su
contra. La mentira, muchos en su favor”. El sueño letárgico y la ceguera de los
que no quieren ver la realidad que les rodea, no es exclusivo de la época de la
conquista. Quinientos años después, en Cochabamba, ciudad en la que están
rodando la película de ficción, Montesinos vuelve a ser la voz de la
conciencia, que reverbera en otras voces (Daniel) para quitar la venda de los
ojos, en este caso, a Costa.
Juan Carlos Aduviri, un actor boliviano de rasgos
fuertemente indígenas hace un doble papel en También la lluvia, aunque representa una misma idea: la resistencia. Por un lado, interpreta a
Daniel, el cabecilla de la Guerra del Agua, que por su carácter de líder,
cautiva a Sebastián ―como Juan Carlos lo hiciera en la vida real con Bollaín— y
lo elige para el papel de Hatuey en la película de Colón.
Hatuey fue uno de los primeros héroes de la resistencia americana a los
colonizadores hispanos. Llegó a Cuba huyendo de la persecución de los
conquistadores, desde una pequeña isla del archipiélago de La Española. En el
oriente cubano organizó una guerrilla junto a los tainos. En 1511, Hatuey fue
apresado y sentenciado a morir en la hoguera, según cuenta Bartolomé de las
Casas —quien no estuvo presente en los acontecimientos―, a diferencia de lo que
cuenta la película de ficción. La última escena de la película de Sebastián es
relatada por las Casas en la Brevísima
relación de la destrucción de las Indias: la muerte de Hatuey. Mientras se
preparaba el escenario de su muerte, un sacerdote franciscano (no dominico),
trató de persuadir al cacique rebelde para que se convirtiera al cristianismo.
Hatuey le preguntó que para qué quería ser cristiano, si los cristianos eran
malos, a lo que el franciscano respondió que quienes morían en la fe cristiana
iban al cielo, donde podrían estar siempre cerca de Dios. Hatuey preguntó si
iban al cielo los cristianos y el sacerdote le respondió que allí marchaban
quienes eran buenos. Hatuey respondió que si los cristianos iban al cielo, él
no deseaba ir allí. Ante su lógica negativa, la hoguera fue encendida, poniendo
fin a su vida.
Daniel representa al líder contestatario
de la resistencia en la Guerra del Agua, interpreta a Hatuey y quinientos años
después será el espejo de Montesinos. Su dignidad es una lección moral para
nuestro siguiente personaje.
Costa,
un espejo de Bartolomé de las Casas en También
la lluvia
Luis
Tosar interpreta al productor, Costa, el único personaje de la producción que
evoluciona gracias a que Daniel, el líder de la resistencia consigue que abra
los ojos a la realidad. Al principio solo le preocupa ahorrar gastos de
producción, incluso poniendo en peligro vidas humanas, por ejemplo, en el levantamiento
de la gran cruz. Intentará comprar a Daniel para que este se mantenga al margen
del conflicto del agua y aunque este acepta el dinero, no cumple el trato
porque va en contra de su supervivencia: “Sin agua, no hay vida. ¿No
entiendes?”.
Costa
paga también una mordida al comisario, con tal de que deje salir a Daniel de la
cárcel para poder grabar la última escena de la cruz. Pero el trato es que
cuando acaben de rodar, tiene que volver al “bote”. Sebastián no está
totalmente de acuerdo pero Costa lo convence, ya que es la única forma de
acabar la película. Observemos que Sebastián (como Colón) también tiene sus
dudas y zozobras. Aunque este aspecto sobre el Almirante se haya obviado en la
película de ficción, Sebastián es capaz de mostrarnos estas luces y sombras,
que toda persona tiene.
Tras
el último grito de “¡corten!” todos miran impasibles el arresto de Daniel y
cómo sus compañeros se niegan a la detención, volcando el coche de policía.
Solo Costa sale corriendo inútilmente para defenderlo… Sus compañeros ya lo han
liberado y huyen.
El
conflicto del agua ha estallado y los personajes cambian ante la adversidad.
Mientras el resto del grupo intenta huir del centro del conflicto, Costa decide
ayudar a Teresa (la mujer de Daniel), quien desesperada ha ido en su busca para
que la ayude a rescatar a su hija Belén que está herida. Pese a la negativa
frialdad de Sebastián, para quien el conflicto no hará historia pero su
película durará siempre, Costa no puede dejar de escuchar la petición de Teresa
y, finalmente, rescatan a la niña.
Al
final de la película, Costa sale en busca de Daniel. El ejército se ha retirado
y las calles están desoladas. Los ciudadanos han ganado: el agua es de ellos. Costa
se encuentra con Daniel y este le ofrece un regalo por salvar la vida de su
hija. Le regala lo más valioso que tiene —una botellita de agua―.
Gracias a Daniel (Montesinos) Costa
evoluciona como las Casas, cuyos intereses, antes de ser clérigo, eran más
económicos que religiosos. Costa, finalmente, se humaniza, dejando lo económico
de lado como lo haría Bartolomé. Costa también “despierta de ese sueño
letárgico que le impedía ver la realidad que lo rodeaba”.
Sebastián,
un espejo de Colón en También la lluvia
Gael
García Bernal interpreta a Sebastián, el director de la película, un espejo de
Colón en También la lluvia. Su
empresa ―la película— “es lo primero” igual que para Colón lo fue su plan de
viaje hacia las Indias. Como Colón, tras casi siete años buscando un productor
que financie su empresa, por fin va a llevarla a cabo. Costa parece ser el
representante de estos productores con los que habla por teléfono en varias
ocasiones. Bien podrían ser análogos estos productores extranjeros con los
Reyes Católicos en la conquista de América.
Sebastián, al principio y en
contraposición con Costa, parece el más humano, pero su buen trato solo será
temporal y con un interés claro: acabar la película. Cuando las mujeres se
niegan a grabar la escena en la que tienen que ahogar a sus niños, antes de que
los devoren los perros; Sebastián no entiende por qué no quieren hacerla, si él
lo que quiere es contar lo que en verdad pasó, si en realidad lo hace en su
defensa... Al final, Daniel termina diciéndole claramente: ―Sebastián, hay
cosas más importantes que tu película.
Cuando
ve involucrado a Daniel como líder en la Guerra del Agua, no le preocupa en
absoluto la lucha social, sino que no pueda terminar su película porque apresen
o maten a Daniel/Hatuey.
Para concluir, me gustaría atender a las
diferencias de enfoque que se dan entre la película ficcional de la Conquista
de América y También la lluvia como
película histórica. La película ficcional se asemeja a la novela histórica,
representando una historia verosímil pero subjetiva, en cuanto a que los hechos
han sido contados desde el punto de vista de un cronista. También la lluvia sería, como afirma Rosestone (1997: 20), un film histórico posmoderno, situándose entre la historia
dramática y el documental, utilizando las posibilidades y capacidades que
ofrece el cine para crear múltiples significados.
Bibliografía
BOLLAÍN, Icíar, También la lluvia, España, Morena Films,
2010.
CAPARRÓS LERA,
José María, (1997) 100 películas sobre
Historia Contemporánea, Madrid, Alianza Editorial.
DE LA FUENTE,
Manuel «La “Guerra” por el agua en Cochabamba. Crónica de una dolorosa
victoria.» Página web, Cochabamba, abril de 2000. (Febrero de 2012) http://www.umss.edu.bo/Academia/Centros/Ceplag/AguaMDLF.PDF
ROSENSTONE, Robert A.,
(1997) El pasado en imágenes. El desafío
del cine a nuestra idea de historia, Barcelona, Ariel Historia.