jueves, 18 de diciembre de 2014

Cine y literatura: una matrioska fílmica


 

MULTIPERSPECTIVISMO  Y JUEGO DE CONTRARIOS 

EN TAMBIÉN LA LLUVIA 

DE ICÍAR BOLLAÍN

 

 

El quinto largometraje de Icíar Bollaín, También la lluvia, será nuestro objeto de reflexión en las presentes páginas. Escrita por Paul Laverty y rodada en 2010 en Bolivia, es una película que a su vez narra el rodaje de otra película en torno a la conquista de América. El rodaje de la película de ficción, que se realiza en Cochabamba en 2000, se ve inmerso en un conflicto político e histórico real: la Guerra del Agua.
Debido al carácter metafílmico de esta producción, hemos considerado que la mejor forma de acercarnos a esta “matrioska fílmica” es hacerlo de lo general a lo particular, observando y señalando, las múltiples perspectivas y los juegos de contrarios que se dan ella.

Antes de seguir leyendo, te recomendamos ver la película, si no lo has hecho ya. Ver película

Sinopsis
Sebastián es un joven e idealista director de cine que, después de seis años, consigue llevar a cabo su sueño: hacer una película histórica sobre la Conquista, que dé la vuelta al mito de Cristóbal Colón. Sebastián desea mostrar la otra cara del Almirante, quien más allá de su misión divina está obsesionado por el oro. Un fin que justificaría la persecución de esclavos indígenas y la violencia con la que son tratados ante su resistencia. Asimismo, el joven director desea contar lo que pasó, por ello da voz a Antonio Montesinos y a Fray Bartolomé de las Casas, los primeros religiosos que se alzaron en defensa de los indios.
Por otro lado está Costa, el productor, a quien solo le interesa ajustarse al presupuesto y ahorrar costes de producción, por eso elige Bolivia para su rodaje: por ser uno de los países más pobres de Sudamérica, donde encontrar indígenas como extras es fácil y barato. Pero, mientras ruedan la película sobre Colón, estalla el conflicto de la Guerra del Agua…
Cine dentro del cine. Esa es la premisa seguida por Icíar Bollaín y Paul Laverty, quienes nos trasladan a la geografía boliviana con el pretexto del rodaje de una película, para presentarnos una misma historia —la denuncia del colonialismo—, a través de dos vertientes distintas: la conquista del nuevo mundo por parte de los españoles y el imperialismo de las multinacionales de hoy en día.
La cineasta madrileña nos presenta dos hechos históricos, separados por quinientos años de diferencia. Dos empresas redondas para empresarios extranjeros, que utilizan la fuerza para oprimir a un pueblo y desposeerlo de sus propios recursos. Cristóbal Colón en la conquista sustrajo a los indígenas el oro y ahora los norteamericanos quieren quitarles el agua. Dos formas abusivas y oportunistas de autoridad, cuya respuesta es la misma: la resistencia.

El cine como documento histórico
Aunque el contexto en el que se enmarca la película fue un hecho real ―de ahí que pueda considerarse cine documental—, el guión es pura ficción. Sin embargo, el guión para la realización de la película de la Conquista, no cabe duda de que fue elaborado a partir de las crónicas de Indias, sobre todo de los textos de Fray Bartolomé de las Casas, uno de los mayores cronistas de la conquista de América, gracias al cual todavía hoy conservamos los diarios de Colón. Ahora bien, aunque se traten de crónicas, tampoco tenemos certeza del porcentaje de realidad de las mismas. A pesar de todo, hoy en día, estos documentos históricos son estudiados tanto desde una perspectiva histórica como literaria. Y es que, aunque mucho se ha criticado el grado de invención de los mismos, lo cierto es que dan cuenta de una etapa histórica, quizá de las más importantes para la humanidad.
Por un lado, debemos señalar que los límites entre la historia y la literatura son prácticamente invisibles. Sobre este asunto ya se han corrido ríos de tinta y se han gastado kilos de papel, quizá en vano porque, a día de hoy, no hay una sola teoría que sustente la diferencia entre la narrativa histórica y la narrativa literaria. Ambas se documentan para escribir y ambas son subjetivas en sus enfoques. Sin embargo, ni un historiador ni un director de cine pueden reflejar el pasado tal y como ocurrió exactamente. Esto nos obliga a redefinir el carácter documental o empírico de la historia y aceptar que una película de cine histórico es una perspectiva más entre muchas, una manera entre otras posibles de acercarnos al significado del pasado.
Y por otro lado, entendemos que dentro de las relaciones entre cine y literatura/historia, la adaptación es la gran cuestión, tanto desde el interés del debate cultural como desde el análisis de las formas artísticas. Sin embargo, para nosotros, no será tan interesante observar el rigor de la reconstrucción del pasado o su adaptación a la gran pantalla sino “cómo ven ese pasado cineastas de hoy, influidos por lo que se piensa del ayer en ciertos estratos de la sociedad del momento.” Como afirma Pierre Sorlin, “las películas nos hablan más de cómo es la sociedad que las ha realizado que del hecho histórico que intentan evocar”. (Cfr. 1997:16)
Jose María Caparrós señala que:
Una película histórica sirve para aproximarse al acontecimiento, a los personajes, a los problemas que constituyen su argumento. (…) Pero además, una película es siempre una fuente de información sobre el momento en que fue realizada. (Cfr. 1997: 11)
El cine es en sí mismo un documento histórico que da testimonio de la sociedad de su tiempo. De este modo, una película histórica es a su vez una pieza de la historia. También la lluvia, al tratarse de cine dentro del cine, tiene la capacidad de plasmar de manera explícita estos dos aspectos históricos del cine de los que habla Caparrós: la película histórica sobre Colón y la historia de las circunstancias en que fue rodada —la Guerra del Agua.  

Contexto histórico de También la lluvia: la Guerra del Agua
La Guerra del Agua ocurrió en Cochabamba (Bolivia) entre enero y abril de 2000. Fue una revuelta popular contra la Ley 2029, un “as en la manga” del gobierno boliviano, que legalizaba la concesión del Servicio Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (SEMAPA) a un consorcio empresarial (Aguas de Tunari) en la que participaba una multinacional norteamericana (Bechtel). La privatización suponía una subida del precio del agua, incluida la de lluvia; lo que llevó a la reacción desesperada de una población, la mayoría indígena y ya de por sí paupérrima.
La concesión de abastecimiento de agua iba a ser un negocio redondo para los empresarios norteamericanos, quienes nos invertirían  más que lo que ya habían aportado los usuarios de la red de aguas. La población había creado con sus propias manos muchos de los pozos y canales, de los cuales la multinacional se iba a beneficiar. Estos “piratas extranjeros” quisieron tomar ventaja de una forma abusiva y oportunista. Sin embargo, el levantamiento concluyó con la victoria ciudadana y la consiguiente marcha atrás del gobierno de Bolivia en su intención de privatizar el servicio.
Para Bolivia, la Guerra del Agua significó un cambio en la historia porque se demostró que el verdadero poder lo tiene el pueblo: en su capacidad de indignación, de organización, de movilización y de resistencia. En la práctica fue la conquista de la ciudadanía frente a un cierto racismo y altanería que profesan muchos políticos.
Reparto
Para facilitar la comprensión de los datos que vamos a dar a continuación, hemos dividido el reparto de personajes en 2 subgrupos y hemos realizado el siguiente esquema aclarativo e interpretativo:

1. Juego de espejos:
  • Personajes con un único papel: 
 Luis Tosar interpreta a Costa (el productor) evoluciona como Fray Bartolomé de las Casas.
Gael García-Bernal interpreta a Sebastián (el director) evoluciona como Colón.
  • Personajes con un doble papel: 
 Juan Carlos Aduviri es Daniel que evoluciona como Antonio Montesinos (líder de la resistencia en la Guerra del Agua), que a su vez interpreta el papel de Hatuey (líder de la resistencia indígena en la película de Colón).
  
2. Juego de contrarios:
  • Karra Elejalde es Antón, un personaje cínico pero humano y cercano; es el actor que interpreta a un Colón ambiguo e interesado, represor y maltratador de indios.
  • Carlos Santos es Alberto, un personajes cobarde, asustadizo y esquivo; es el actor que interpreta a un Bartolomé de las Casas valiente, luchador y defensor de los indios.
  • Raúl Arévalo es Juan, un personaje que pasa desapercibido y que no tiene opinión propia; es el actor que interpreta a un contestatario Antonio Montesinos, iniciador de la defensa de los indios.
Observemos el reflejo de estas personalidades históricas en los personajes señalados. A continuación le explicamos nuestra interpretación.

Colón, Montesinos y Bartolomé de las Casas
Colón comenzó a flotar sus planes de viaje a las Indias Orientales en 1486. Seis años más tarde, los Reyes Católicos le concedieron el financiamiento para llevar su empresa a cabo. Digamos, de momento, que Isabel y Fernando fueron los productores de Colón a cambio de “algo”, claro. Y que Sebastián tardó más o menos los mismos años que el Almirante (6 o 7), en conseguir que su empresa se llevara a cabo.
La toma de contacto con las gentes de las islas del Caribe muestra una sociedad idílica, cargada de mitología y de historiografía, de suposiciones y de justificaciones. Con las primeras crónicas de Indias surge el mito del “buen salvaje”. Se relata una sociedad utópica en la que viven de forma natural, sin religión y sin leyes, sin soberanos ni trabajo ni tributos. Este contraste entre lo existente en Europa y lo posible en el Nuevo Mundo es de lo que se va a nutrir el pensamiento revolucionario y la idea de independencia. De aquí surge el tópico literario entre “civilización y barbarie”.
Tengamos en cuenta que Colón no iba en busca del Nuevo Mundo sino de una nueva ruta comercial para ir a la India. Él no sabía realmente dónde estaba cuando llegó al Caribe. En las primeras cartas, él describe a su modo lo que ve y lo que supone que ve. Deja allí 33 hombres, se lleva unos cuantos papagayos y pequeñas muestras de oro, con la intención de volver a por más.
De la conquista de América, se reproducen dos leyendas sobre los fines del Almirante: la leyenda blanca (un fin mesiánico, evangelizador) y la leyenda negra (un fin económico, el oro). ¿Justificaba alguno de estos dos fines la violencia y la esclavitud indígena? Para Antonio Montesinos y Bartolomé de las Casas, defensores de los derechos de los indios, la colonización es justa siempre que sea pacífica y aparezca subordinada a la labor misional. Gran parte de la leyenda negra suscrita a los españoles se debe a los escritos de Las Casas.
La primera toma que aparece sobre la película ficticia de la Conquista, se trata de un mero ensayo en los jardines del hotel, donde se alojan los actores de la película. Esta primera toma refleja el primer viaje de Colón a América y ya se aprecia la visión que Sebastián quiere ofrecer sobre el personaje. Un Colón católico que bendice la toma posesión de las tierras a las que acaba de llegar, pero también un Colón  con un fin muy claro: encontrar oro. Da dos informaciones en las que se aprecia al Colón interesado: que traten bien a esas gentes porque necesitan su comida y que habrá una recompensa para el primero que encuentre oro.
Karra Elejalde interpreta a Antón, un alcoholizado actor, que es cínico cuando tiene que decir las cosas claras, pero que a la vez es un personaje cercano y profundamente humano.
Antón interpreta el papel de Colón y piensa que el punto de vista que Sebastián ofrece en su película no es objetivo. Cuestiona el enfoque que se quiere dar tanto de su personaje como del padre Las Casas. No discute el fin económico de Colón pero, le gustaría que Sebastián le dejase libertad para expresar también las inseguridades y las zozobras del navegante. Lo que quiere decir Antón, en definitiva, es que todos tenemos luces y sombras; no se puede o no se debe, bajo su punto de vista, dar la vuelta al mito, con la misma radicalidad; pasar de la leyenda blanca a la negra, sin observar los detalles intermedios. En este sentido, y en otros que veremos más adelante, Antón (Colón) es la antítesis de Beto, el actor que interpreta a Bartolomé de las Casas, quien defiende a ultranza las acciones del personaje que representa.
Durante el segundo viaje de Colón al continente en 1493, este no tuvo reparo en recomendar a los Reyes que se privara de libertad a los indígenas: "creemos que serán mejores que otros ningunos esclavos". Los Reyes no le contestaron, pero al Almirante le pareció buena idea y sus capataces la pusieron en práctica. A partir de este segundo viaje, la perspectiva que refleja Colón sobre los indios es la del salvaje, pero en un sentido ya peyorativo: el bárbaro, el caníbal, el antropófago, el que sodomiza, el idólatra. 
Pero ¿quién es bárbaro? Cuando un país, una sociedad o una cultura, se identifica con la civilización, calificando de bárbaros a sus adversarios, casi siempre es para justificar iniciativas imperialistas. Con lo cual, es a partir de este segundo viaje, cuando empieza realmente la conquista de América. El trato del indio es diferente, ya no es una sociedad idílica sino bárbara e idólatra a la que hay que evangelizar. Recordemos que el pecado de la idolatría es considerada como una invención del diablo para engañar. Los conquistadores y los misioneros estaban convencidos de que debían erradicar toda imagen a la que los indios idolatraban y construir iglesias cristianas.
En la película de ficción se refleja claramente este cambio. Hay una toma que corresponde al segundo viaje de Colón, en la que se observa claramente como la buena predisposición del primer viaje del Almirante ha cambiado. Se obliga a los indios a aceptar a los Reyes Católicos como sus soberanos y a pagarles un tributo: tendrán que entregar un cascabel lleno de oro y si no...
Otro de los personajes históricos que aparecen en También la lluvia es Bartolomé de las Casas. Una personalidad que si bien es conocido por dedicar hasta su último aliento a la defensa de los indios, esto no siempre fue así. Bartolomé evolucionó. De joven era un señorito sevillano de buena familia. Su padre, que había acompañado a Colón en su segundo viaje, le mandó un esclavo indio para que le sirviese de paje mientras estudia en la famosa Universidad de Salamanca. En 1502 ya había cruzado el Atlántico en busca de fortuna rápida y en las Antillas tiene minas y va prosperando. Siendo encomendero, Bartolomé asiste al Sermón de Antonio Montesinos y las palabras del dominico calan hondamente en su conciencia.
Carlos Santos representa también un doble papel en También la lluvia. Beto es el actor que interpreta a Bartolomé de las Casas. Un actor de libro que lucha por meterse en su personaje, sin embargo, sus papeles son un juego de contrarios.
Una secuencia, que no es parte de la película de la Conquista sino que parece responder a la parte documental, llamada making off, aparecen los personajes de Beto (Fray Bartolomé de la Casas) y Juan (Antonio Montesinos), hablando sobre los personajes que ambos interpretan. Beto señala que las Casas fue encomendero y tuvo esclavos negros a su cargo. Pero fijémonos que lo cuenta a modo documental, de manera que parece ser que en la película ficcional que se está rodando sobre la Conquista este apunte parece obviarse. De manera que, la película que Sebastián quiere rodar sobre Colón, no es tan objetiva como se pretende. Esta subjetividad se confirmará en la importante secuencia de la sobremesa de la cena del sábado noche, cuando Antón (Colón)  increpa a Beto (Bartolomé de las Casas), y constata que la película que están rodando es “Pura propaganda”. Según Antón (Colón), la película no muestra los detalles más oscuros sobre Bartolomé de las Casas, como por ejemplo: que pretendió sustituir a los indios por esclavos negros africanos, que hizo tratos con negreros y que nunca cuestionó la autoridad de España ni la autoridad Real sobre el Nuevo Mundo. Esta toma es de suma importancia para nuestro trabajo, no solo por los datos que saca a la luz sobre el padre del derecho internacional, sino porque también nos sirve para reflexionar sobre cómo se representa la verdad histórica en una película.
Cuando un hecho histórico es llevado al cine, el guión nace de documentos historiográficos y, como apunta Robert Rosenstone [1997:36], las narraciones históricas son «ficciones narrativas» en el sentido de que están condicionadas por el punto de vista de quien la escribe. Como hemos comentado ya anteriormente, las tomas de la película sobre la Conquista han salido de los textos de Fray Bartolomé de las Casas, con lo cual, la historia que muestra la película de ficción está siendo fiel al texto del dominico. Sin embargo, También la lluvia, al servirse de las escenas ajenas a la película de ficción como son  el making off, las escenas de ensayos y las escenas de propia película, se nos muestra como un film muy objetivo que desea presentar los diferentes puntos de vista sobre la conquista de América.
Bartolomé de las Casas y Antonio Montesinos son una fabulosa mezcla de abogados defensores y valientes activistas, siempre al servicio de una causa noble: la defensa de los indios. Y aunque Beto y Juan interpreten a estos personajes, observaremos que al estallar el conflicto de la Guerra del Agua, ambos personajes se muestran antagonistas  no solo a los personajes que interpretan (cosa que entendemos y que es bastante razonable), sino también a las personas que creíamos conocer. Beto se muestra como la antítesis de sí mismo. El Beto defensor y valiente que se mete en el personaje de las Casas y que se interesa por la cultura indígena, ante la fatalidad del conflicto, reconoce su propio miedo y su cobardía. Está aterrado y desea irse cuanto antes del país. Es incapaz de mirar la realidad que le rodea y mucho menos de tomar partido en ella. Por su parte, Juan (Montesinos) no se expresa ni da su opinión al respecto, pero parece estar tan aterrado o más que Beto. Juan nos resulta totalmente contrario al carácter contestatario y original de Montesinos. Sin embargo, el cínico de Antón es el único de los actores que prefiere quedarse para acabar su trabajo, antes que salir huyendo con el rabo entre las piernas. Antón se quedará con Sebastián hasta el final.
El joven actor Raúl Arévalo dará vida a Juan, el actor que representa a Antonio Montesinos en la película sobre la Conquista. Fray Antonio Montesinos fue el primer dominico que lanzó su grito de guerra en defensa de los indios, debido al maltrato que estaban sufriendo por parte de los encomenderos en la isla La Española. Su famoso sermón de denuncia en 1511, en Santo Domingo, ante las autoridades pertinentes de la isla, entre ellos Diego de Colón, lo tenemos recogido gracias a que Bartolomé de las Casas fue testigo ―como encomendero— y más tarde lo recogió en Historia de las Indias.
Este sermón aparece en También la lluvia, como parte de un ensayo de la película de ficción. Ciertamente, el texto del guión que interpreta Juan, no es literalmente la transcripción de Bartolomé de las Casas, pero sí recoge fielmente las principales ideas. Una de las sentencias más importantes de este sermón para el trabajo que aquí nos ocupa es cuando se refiere al estado adormilado y ciego de los encomenderos, quienes no ven la realidad que les rodea:
…¡Cómo podéis estar tan dormidos! ¡Cómo podéis estar tan hundidos en ese sueño letárgico! Mirad a los indios a los ojos. ¿Acaso no son hombres?...

Montesinos sabe que es una voz clamando en el desierto: “La verdad tiene muchos en su contra. La mentira, muchos en su favor”. El sueño letárgico y la ceguera de los que no quieren ver la realidad que les rodea, no es exclusivo de la época de la conquista. Quinientos años después, en Cochabamba, ciudad en la que están rodando la película de ficción, Montesinos vuelve a ser la voz de la conciencia, que reverbera en otras voces (Daniel) para quitar la venda de los ojos, en este caso, a Costa.
Juan Carlos Aduviri, un actor boliviano de rasgos fuertemente indígenas hace un doble papel en También la lluvia, aunque representa una misma idea: la resistencia. Por un lado, interpreta a Daniel, el cabecilla de la Guerra del Agua, que por su carácter de líder, cautiva a Sebastián ―como Juan Carlos lo hiciera en la vida real con Bollaín— y lo elige para el papel de Hatuey en la película de Colón.
Hatuey fue uno de los primeros héroes de la resistencia americana a los colonizadores hispanos. Llegó a Cuba huyendo de la persecución de los conquistadores, desde una pequeña isla del archipiélago de La Española. En el oriente cubano organizó una guerrilla junto a los tainos. En 1511, Hatuey fue apresado y sentenciado a morir en la hoguera, según cuenta Bartolomé de las Casas —quien no estuvo presente en los acontecimientos―, a diferencia de lo que cuenta la película de ficción. La última escena de la película de Sebastián es relatada por las Casas en la Brevísima relación de la destrucción de las Indias: la muerte de Hatuey. Mientras se preparaba el escenario de su muerte, un sacerdote franciscano (no dominico), trató de persuadir al cacique rebelde para que se convirtiera al cristianismo. Hatuey le preguntó que para qué quería ser cristiano, si los cristianos eran malos, a lo que el franciscano respondió que quienes morían en la fe cristiana iban al cielo, donde podrían estar siempre cerca de Dios. Hatuey preguntó si iban al cielo los cristianos y el sacerdote le respondió que allí marchaban quienes eran buenos. Hatuey respondió que si los cristianos iban al cielo, él no deseaba ir allí. Ante su lógica negativa, la hoguera fue encendida, poniendo fin a su vida.
Daniel representa al líder contestatario de la resistencia en la Guerra del Agua, interpreta a Hatuey y quinientos años después será el espejo de Montesinos. Su dignidad es una lección moral para nuestro siguiente personaje.

Costa, un espejo de Bartolomé de las Casas en También la lluvia
Luis Tosar interpreta al productor, Costa, el único personaje de la producción que evoluciona gracias a que Daniel, el líder de la resistencia consigue que abra los ojos a la realidad. Al principio solo le preocupa ahorrar gastos de producción, incluso poniendo en peligro vidas humanas, por ejemplo, en el levantamiento de la gran cruz. Intentará comprar a Daniel para que este se mantenga al margen del conflicto del agua y aunque este acepta el dinero, no cumple el trato porque va en contra de su supervivencia: “Sin agua, no hay vida. ¿No entiendes?”.
Costa paga también una mordida al comisario, con tal de que deje salir a Daniel de la cárcel para poder grabar la última escena de la cruz. Pero el trato es que cuando acaben de rodar, tiene que volver al “bote”. Sebastián no está totalmente de acuerdo pero Costa lo convence, ya que es la única forma de acabar la película. Observemos que Sebastián (como Colón) también tiene sus dudas y zozobras. Aunque este aspecto sobre el Almirante se haya obviado en la película de ficción, Sebastián es capaz de mostrarnos estas luces y sombras, que toda persona tiene.
Tras el último grito de “¡corten!” todos miran impasibles el arresto de Daniel y cómo sus compañeros se niegan a la detención, volcando el coche de policía. Solo Costa sale corriendo inútilmente para defenderlo… Sus compañeros ya lo han liberado y huyen.
El conflicto del agua ha estallado y los personajes cambian ante la adversidad. Mientras el resto del grupo intenta huir del centro del conflicto, Costa decide ayudar a Teresa (la mujer de Daniel), quien desesperada ha ido en su busca para que la ayude a rescatar a su hija Belén que está herida. Pese a la negativa frialdad de Sebastián, para quien el conflicto no hará historia pero su película durará siempre, Costa no puede dejar de escuchar la petición de Teresa y, finalmente, rescatan a la niña.
Al final de la película, Costa sale en busca de Daniel. El ejército se ha retirado y las calles están desoladas. Los ciudadanos han ganado: el agua es de ellos. Costa se encuentra con Daniel y este le ofrece un regalo por salvar la vida de su hija. Le regala lo más valioso que tiene —una botellita de agua―.
Gracias a Daniel (Montesinos) Costa evoluciona como las Casas, cuyos intereses, antes de ser clérigo, eran más económicos que religiosos. Costa, finalmente, se humaniza, dejando lo económico de lado como lo haría Bartolomé. Costa también “despierta de ese sueño letárgico que le impedía ver la realidad que lo rodeaba”.

Sebastián, un espejo de Colón en También la lluvia
Gael García Bernal interpreta a Sebastián, el director de la película, un espejo de Colón en También la lluvia. Su empresa ―la película— “es lo primero” igual que para Colón lo fue su plan de viaje hacia las Indias. Como Colón, tras casi siete años buscando un productor que financie su empresa, por fin va a llevarla a cabo. Costa parece ser el representante de estos productores con los que habla por teléfono en varias ocasiones. Bien podrían ser análogos estos productores extranjeros con los Reyes Católicos en la conquista de América.
Sebastián, al principio y en contraposición con Costa, parece el más humano, pero su buen trato solo será temporal y con un interés claro: acabar la película. Cuando las mujeres se niegan a grabar la escena en la que tienen que ahogar a sus niños, antes de que los devoren los perros; Sebastián no entiende por qué no quieren hacerla, si él lo que quiere es contar lo que en verdad pasó, si en realidad lo hace en su defensa... Al final, Daniel termina diciéndole claramente: ―Sebastián, hay cosas más importantes que tu película.
Cuando ve involucrado a Daniel como líder en la Guerra del Agua, no le preocupa en absoluto la lucha social, sino que no pueda terminar su película porque apresen o maten a Daniel/Hatuey.
Para concluir, me gustaría atender a las diferencias de enfoque que se dan entre la película ficcional de la Conquista de América y También la lluvia como película histórica. La película ficcional se asemeja a la novela histórica, representando una historia verosímil pero subjetiva, en cuanto a que los hechos han sido contados desde el punto de vista de un cronista. También la lluvia sería, como afirma Rosestone       (1997: 20), un film histórico posmoderno, situándose entre la historia dramática y el documental, utilizando las posibilidades y capacidades que ofrece el cine para crear múltiples significados.




Bibliografía
BOLLAÍN, Icíar, También la lluvia, España, Morena Films, 2010.
CAPARRÓS LERA, José María, (1997) 100 películas sobre Historia Contemporánea, Madrid, Alianza Editorial.
DE LA FUENTE, Manuel «La “Guerra” por el agua en Cochabamba. Crónica de una dolorosa victoria.» Página web, Cochabamba, abril de 2000. (Febrero de 2012) http://www.umss.edu.bo/Academia/Centros/Ceplag/AguaMDLF.PDF
ROSENSTONE, Robert A., (1997) El pasado en imágenes. El desafío del cine a nuestra idea de historia, Barcelona, Ariel Historia.



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